Danilo en los Infiernos

Danilo en los infiernos es un viaje impresionista, un paseo superficial y trascendente, elegante y vulgar, elevado y rastrero por los espectáculos y la vivencias que se te pueden clavar deambulando por la cartelera madrileña nocturna. Madrid, ciudad en la que todo puede consumirse a sí mismo. Puñalada en medio del horizonte de algún plenilunio.

Monday, March 26, 2007

DESVELO Y MANANTIAL PRESO DE LA MUÑECA ROTA.

Cuando te conocí, sentía un millón de cosas dentro de mí. Ahora, el millón de cosas está fuera, y estoy sola en medio de ellas. Han sonado pasos en la escalera del portal y me han despertado en esta noche, deseando lo mismo que llevo deseando seis años: ojalá sea él, que regresa a devolverme el norte. Seis años desde que lo despedí una noche en la estación de Atocha. Se iba a Alemania a ganar dinero. Los hombres se lanzan al mundo, y lo transforman. Y es ese mundo el que nos hace a nosotras. Eres hombre, eres mi marido, eres el mundo: vuelve. Hubo alguna carta tuya y muchas mías. Luego, llegó el silencio: desapareciste. Seis años buscándolo... Sé lo que se piensa de la mujer abandonada que no supo retener al marido. ¿En qué fallé?, no puedes tener queja: me entregué totalmente. “Se fue a por tabaco y no volvió”: condescendencia, burla. ¡Vuelve!. Mis apellidos dicen que soy pertenencia tuya: regresa a por tus cosas, voy incluida en el lote de esta casa que también está a tu nombre. Y una mujer casada es como una casa. No importan tus malos modos, tus broncas, tus borracheras, los bofetones, los cuernos: he de soportarte. No sé hacer nada, y no soy nadie, y no sé qué soy... Podría desear que murieras porque así por lo menos sería viuda, y sabría a que atenerme. Porque ahora no soy hija, ni esposa, ni solterona. No soy nada. Me choco contra las leyes sociales, familiares, con las de la costumbre y con las de los vecinos. Y agacho la cabeza cuando voy a la parroquia. Miles de ataduras forman una red que ni siquiera me sirve para sostenerme en esta caída Vosotros tejéis el mundo, nosotras, como mucho, labores de punto; y si nos pasamos de vueltas, deshacemos parte de la prenda. ¿Y si volvieras de improviso, dentro de mucho?... Me miraría en el reflejo de la ventana y no me reconocería... ¡Dios!, ¡que los pasos de la escalera sean suyos!...La noche calla. No era él. Sólo queda marchitarme. No tendré hijos y cuando muera, no podré dejarles ni siquiera mi pena como herencia. Antes, yo sentía millones de cosas dentro de mí. Ahora, el millón está fuera. Y no sé cuál es mi sitio entre ellas

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